ILRS CELEBRA EL DECIMO ANIVERSARIO DE
CRISTIANOS EN EL PSE

En Bilbao en el 28 de noviembre 2004, el presidente de ILRS, Pär-Axel Sahlberg, habló a la conferencia del décimo aniversario de nuestra organización miembro en España:

Buenos días. Primeramente, dejadme deciros que estoy muy contento de estar aquí con vosotros para celebrar el décimo aniversario de los Cristianos Socialistas Vascos y celebrar también el crecimiento de este importante movimiento en el resto de España. Os deseo un éxito todavía mayor en los próximos diez años. Estoy aquí hoy día, junto con mi colega Andrew Hammer, representando a la Liga Internacional de Socialistas Religiosos (ILRS), que es en esencia la Internacional Socialista para grupos religiosos y socialistas como los Cristianos Socialistas Vascos. Fundada en 1921, la ILRS representa a más de 200.000 miembros en 17 países, organizados en grupos similares a los vuestros. La mayor parte de las organizaciones afiliadas a la ILRS se encuentran en Europa, pero cada vez se incorpora un número mayor de organizaciones procedentes de África, América Latina y Asia, a través de los contactos que la ILRS ha logrado establecer en esas zonas. La ILRS se encuentra afiliada oficialmente a la Internacional Socialista (IS) como organización asociada, lo que significa que trabajamos codo a codo, pero siguiendo nuestros propios principios, con la IS para profundizar en los objetivos del movimiento socialista religioso en lo referente a los partidos socialistas con los que nos vinculamos, las instituciones donde desarrollamos nuestra fe y en la sociedad. Desarrollaré alguno de estos objetivos dentro de un momento, pero antes permitidme ofreceros algunas palabras en relación a lo que yo siento que son los problemas más serios a los que se enfrenta nuestro mundo en la actualidad.

El tema de nuestro próximo congreso, que tendrá lugar en Noruega en el verano de 2006, será “Globalización Social”. Por supuesto, todo el mundo se encuentra al tanto de las consecuencias de la globalización, y existen diferentes puntos de vista sobre cómo confrontarla. La opinión mayoritaria al respecto dentro de la socialdemocracia es que el movimiento socialista, junto con otras fuerzas democráticas de la sociedad debe comprender la globalización de manera que podamos hacer uso de ella y darle forma de manera que sirva a los intereses de las personas. Ya sabemos quién se beneficia de ella ahora: los mercados, las fuerzas capitalistas, y los criminales utilizan la globalización completamente en su provecho. Sin embargo, las fuerzas democráticas y las comunidades religiosas se han quedado postergadas. Esto es una tragedia porque, como socialistas, entendemos que los pueblos del mundo, es decir nosotros, los ciudadanos del mundo, necesitamos tomar el timón de nuestro mundo.

La globalización significa principalmente dos cosas. La primera es que a medida que el mundo se va haciendo más pequeño, nos damos cuenta de que unos somos los vecinos de otros. Lo que sucede en una parte del mundo tiene un impacto en todos nosotros ubicados en diferentes lugares del planeta. Las necesidades de países antes lejanos pueden convertirse en un reto para todos nosotros. La pobreza no es un problema sólo para los pobres; las consecuencias de la pobreza crean tensiones, y esas tensiones crean problemas para los acomodados. Mucha de la producción que crea riqueza en las naciones más ricas crea pobreza en otros países y así sucesivamente.

El otro resultado de la globalización que hemos presenciado hasta ahora es el de la generalización de las perspectivas a corto plazo y el de una uniformización cultural mundial. Para las personas en los países en vías de desarrollo, la globalización toma la forma de una segunda colonización, y cubre el mundo con opiniones y perspectivas formadas en los países ricos del Norte. Estos hechos nos dicen que la globalización no es nueva, es tan vieja como el mundo. Pero la velocidad a la cual estos hechos tienen lugar es más rápida que en cualquier momento anterior de la historia, y esa es la parte nueva de la globalización. La globalización en sí misma no es algo malo, es simplemente un proceso. Contiene un gran número de posibilidades, pero también de riesgos muy grandes. Si las fuerzas democráticas y las organizaciones de base que reúnen a las personas corrientes no son capaces de enfrentar la visión cortoplacista de los capitalistas, podríamos encontrarnos en graves problemas. Si no podemos construir una forma de “globalización social” que cambie la naturaleza misma del proceso con el objetivo de utilizar la globalización a favor de todas las personas, no sólo de unos pocos enriquecidos, será difícil imaginar el futuro que nos tocará vivir.

Al mismo tiempo, las acciones terroristas y la guerra unilateral contra el terror puesta en marcha por los EEUU han resultado en una situación donde los peores extremos de la humanidad se han impuesto sobre los mejores. El fundamentalismo islámico de unos pocos peligrosos se refuerza con el fundamentalismo cristiano de unos pocos líderes del régimen americano. Dando importancia únicamente a las peores tendencias de las minorías en nuestros propios grupos, nos podemos ver sumergidos en lo que ha sido llamado “choque de civilizaciones”, la cual no solamente no refleja la realidad de billones de cristianos y musulmanes sino que nos arrastraría a una situación peligrosa para el conjunto de los habitantes del mundo.

Por ello, nuestro objetivo como socialistas debe ser , como dice el lema de esta conferencia, tender puentes. Y esos puentes deben ser construidos no solamente entre la iglesia y los movimientos socialistas, sino también entre los cristianos socialistas y los musulmanes socialistas, los judíos socialistas, budistas, hindúes, etc. En todos los encuentros que he mantenido con personas de otras confesiones , he descubierto que los que nos une es mucho más de lo que nos divide. Cada uno de nosotros quiere un mundo en paz, donde nuestros hijos puedan crecer en seguridad, puedan jugar y aprender y puedan crecer para tener vidas plenas sin la preocupación de la pobreza, o el hambre en sus sociedades. Cada uno de nosotros podemos tener una visión diferente de la espiritualidad, de Dios en nuestras vidas, que nos dirige a esas cosas que incrementan nuestra tolerancia y aprecio hacia el otro. Lo que debemos hacer ahora es tomar acciones que conviertan esas ideas en realidad. No hay futuro para ninguno de nosotros, de cualquier creencia, si no damos pasos para oponer la idea de ese choque de civilizaciones. Continuar como hasta ahora sólo traerá más guerras, más muertes, y un alejamiento de nuestro concepto de Dios.

Aquí es donde el propósito, la utilidad de la izquierda religiosa toma valor. Es la izquierda religiosa la que puede impulsa de mejor manera a los creyentes religiosos. Encontramos la libertad para cuestionar no sólo a los fundamentalistas que tratan de torcer nuestras creencias, sino también a las instituciones de la fe que algunas veces defienden la tradición sobre la justicia. Lejos de ser antirreligiosos, creemos que lo que defendemos es la visión más válida de nuestras confesiones, y en el contexto de nuestro tiempo, la mayor parte de nosotros creyentes de izquierda tenemos la voluntad de aprender y tolerar las creencias de otros. En una sociedad multicultural, en la que Europa se encuentra cada vez más inmersa, estos aspectos son importantes no sólo en la discusión acerca del fundamentalismo y el papel de la religión en la sociedad civil, sino que también son importantes para nuestros partidos socialistas cuando somos confrontados por esas personas que dicen representar a la iglesia desde una ideología conservadora.

Es verdad que en alguno de nuestros países el anticlericalismo del pasado junto con la hostilidad de las instituciones de fe hacia el socialismo ha dificultado que nuestros partidos puedan llegar a los creyentes religiosos. Pero como socialistas religiosos, cuando la derecha se acerca a nosotros con acusaciones que implican la incompatibilidad entre socialismo y religión podemos responder preguntando acerca de qué cosas está llevando a cabo la derecha para ofrecer respuestas económicas genuinas a los problemas de los pobres, como nos recomiendan las sagradas escrituras de la mayor parte de las religiones. Quizá uno de los objetivos más importantes como creyentes religiosos, sino el más importante, es proclamar por los cuatro costados que la religión no pertenece a la derecha, y entonces demostrar el por qué de esta afirmación con nuestras escrituras y nuestras políticas de la mano.

Y entonces llevamos el argumento más lejos: la espiritualidad no es sólo la propiedad de instituciones específicas. Como Ramón Jáuregui os dijo ayer con otras palabras, la espiritualidad es un derecho público, no un asunto privado. La espiritualidad pertenece a todos nosotros y si debemos hacer lo que nos sugería Jordi López-Camps para recuperar el sentido del socialismo como proyecto moral, parte de esa recuperación implica la recuperación de la espiritualidad en esos términos, como algo abierto a todos.

Nuestra esperanza, como cristianos socialistas, es que podamos construir a una diferente definición de nuestros valores. Lo que podemos demostrar es que los partidos de la clase trabajadora no ignoran las simpatías religiosas de la clase trabajadora. Y que la espiritualidad no es necesariamente una fuente de división, sino que puede ser una forma de juntar a las personas a través de sus diferencias basándonos en esos valores que todos tenemos en común.

Una vez más, quiere agradeceros la invitación que ha permitido que yo esté hoy aquí, y espero seguir disfrutando de la oportunidad de trabajar junto con vosotros para construir puentes y también construir un mundo mejor. Gracias.



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